La vida elude a los que envejecemos
se nos aleja pausada pero con intención sostenida
A veces flaquean las fuerzas hasta que las piernas ya no toleran el peso de la espalda.
A veces, un concierto en tos mayor nos acompaña
robándonos el oxígeno de los pulmones
sin miramientos, sin sutilezas.
A veces la distracción es tan patente que revela
el mal estado de neuronas desgastadas
por el uso y por el tiempo
a veces no logramos mediar palabra
sin tartamudeos fanáticos de la decadencia.
A veces nos vence el cansancio
y dormimos noche y día entre sueños y entre apneas.
La vida se nos escapa lentamente
huye de nosotros como los ciervos huyen
de sus depredadores,
no! No es así, huye sí, pero lo hace
como el que quiere evitar espejarse
en la podredumbre de canas y de arrugas y de hastíos.
Y la vulgaridad se ensaña con los enfermos
y palabras soeces, nunca antes mencionadas
asoman a los labios como esquirlas de presencia manifiesta.
Entonces, sabemos que el final está cerca
y la única esperanza que nos queda
es la vida después de la vida
El desenlace pero, siempre es el funeral
la lápida y el féretro…
La única condición necesaria y suficiente
que se requiere para morir
¡es haber nacido!